Aprovechan los cambios de temperatura corporales, tan habituales en la época invernal, para colarse en nuestro organismo y acampar a sus anchas. Los rinovirus suelen penetrar en el organismo aprovechando un enfriamiento de las fosas nasales de los que experimentamos varias veces al día en nuestra vida cotidiana al entrar en clase después del recreo, al montar en el autobús después de haber estado un rato esperándolo en la calle o al llegar a la oficina, a casa o a un bar tras haber caminado un rato por la calle. Una vez dentro del organismo sobreviven aproximadamente unos siete u ocho días, que es el tiempo que dura la enfermedad.
Existen más de 100 tipos de rinovirus, que son capaces de atravesar los revestimientos de protección, provocando la reacción de nuestro sistema inmunológico que se defiende con fiebre, una alteración de nuestra temperatura corporal encaminada a atacar a los gérmenes intrusos.
Otros síntomas que podemos presentar tanto los niños como los adultos son picor de garganta, nariz congestionada, estornudos, dolor de cabeza, cansancio, dolores musculares y pérdida del apetito. Estos síntomas pueden confundirse, en ocasiones, con los de una gripe, una enfermedad común también producida por un virus. Para distinguirlas, ten en cuenta que mientras los síntomas del catarro se notan lentamente, la gripe aparece de forma repentina, cursa con fiebre alta, tos seca, dolor de garganta, muscular y de cabeza, escalofríos y un nivel de agotamiento severo.
Tanto si es gripe o resfriado, lo mejor es consultar siempre con el pediatra para seguir el tratamiento más adecuado. Beber mucho líquido y descansar es siempre la mejor receta antiviral para recuperarse pronto.
Marisol Nuevo. Editora de GuiaInfantil.com
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