miércoles, 2 de febrero de 2011

Adolescentes con sobrepeso, adultos <b>obesos</b> » María José Soriano <b>...</b>

Los adolescentes con problemas de obesidad tienen un riesgo considerablemente mayor de desarrollar durante la edad adulta obesidad grave o mórbida, es decir, la modalidad más extrema de la enfermedad, que suele requerir intervención quirúrgica y en ocasiones puede provocar incluso la muerte.

Un estudio realizado en EEUU, que ha seguido a 8.834 personas durante 13 años, ha llegado a la conclusión de que los problemas de sobrepeso en la juventud temprana están asociados al desarrollo de esta afección en su forma más severa, un riesgo que crece si se es mujer y aún más si se es de etnia negra.

La investigación, dirigida desde la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, tuvo en cuenta las medidas de peso obtenidas, mediante procedimientos estandarizados y a lo largo del tiempo, en voluntarios de un programa nacional orientado al estudio de la salud de adolescentes en EEUU. Los participantes se enrolaron en 1996, cuando tenían entre 12 y 21 años.

Los resultados, que se acaban de presentar publicada en la revista ’JAMA‘, muestran que, en el momento en que se inició el estudio, 79 adolescentes (alrededor de un 1%) presentaban obesidad grave, entendida como un índice de masa corporal (medida que relaciona los kilogramos con la altura) mayor a 40. Un peso normal se corresponde con un índice en torno al 20. De entre estos jóvenes, 60 de ellos (un 70,5%) seguían siendo obesos mórbidos tras alcanzar la edad adulta.

Además, durante los años que duró el estudio, se registraron otros 703 nuevos casos de obesidad grave, y los investigadores han detectado que estos pacientes ya tenían un índice de masa corporal más elevado durante la adolescencia. En concreto, un 37,1% de los voluntarios con obesidad adolescente habían desarrollado obesidad mórbida al rondar la treintena. Esta cifra se eleva hasta el 51,3% en las mujeres y hasta el 52,4% en mujeres de raza negra.

“La ventaja del trabajo es que está hecho con una población muy alta, lo que refuerza los datos”, ha valorado Felipe Casanueva, director científico del Ciber de Obesidad y Nutrición, quien recuerda que estudios anteriores ya han vinculado el sobrepeso en la infancia con la obesidad en edad adulta. Toda esta línea de investigación, en opinión de este experto, “es importante porque contradice una idea extendida a nivel popular, según la cual los niños regordetes no tenían mayor problema porque luego daban el estirón. Esto es falso”.

El doctor Casanueva considera que el único remedio para prevenir el actual incremento de problemas de sobrepeso y enfermedades asociadas “es una intervención fuerte y decidida contra la obesidad infantil”. En la actualidad, “las cifras de obesidad en España se están acercando al 30% de la población adulta, lo que llegará a desbordar el sistema sanitario por completo”, advierte. “Todavía no se ve como una emergencia”, explica este endocrinólogo, “pero es un problema gravísimo”.

En España, los últimos datos oficiales, que datan de 2002, mostraban que un 15% de los niños y jóvenes sufría obesidad y que hasta un 25% padecía sobrepeso. “Pero estamos seguros de que las cifras han seguido aumentando“, comenta la pediatra del Consorcio Hospital General de Valencia, Empar Lurbe, quien subraya que “toda Europa vive el mismo ascenso”.

Según las estimaciones, las tasas de sobrepeso en el continente son especialmente altas en Grecia, Italia, Reino Unido y España (se ronda el 20%).

Lurbe, que investiga la obesidad infantil en el marco del Centro de Investigación en Red-Fisiopatología de la Obesidad (CIBERobn), comenta que también en España existe una gran diversidad geográfica en cuanto a tasas de obesidad. “Los mapas son muy claros. Las cifras son menores en el noroeste del país y más altas en Canarias”, remarca.

Así, mientras que Cataluña, Baleares y Aragón registran unas cifras de obesidad entorno al 7% de la población infantil, en la comunidad canaria este porcentaje alcanza el 15%.

Aunque todavía se están investigando las causas de estas divergencias, Lurbe indica que parte de la clave está en las diferencias regionales en el tipo de dieta y en la actividad física.

Fuente: Periódico “El Mundo”


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