miércoles, 2 de febrero de 2011

Julio Faggiana y su obra.(I): <b>Adolescencia</b> y <b>rebeldia</b>

  Retomo ésta madrugada la página de mis recuerdos,así sencillamente el lenguaje,sin vuelos académicos,y asoman los días de mi adolescencia, con aquellos rostros que ya no están, personajes de la Villa alegre: Cherero y su acordeón,Charaí, Zambrano y su " Rancho largo" de los bailes populares( diversión del pobre peón);Don Argót"el vasco, Doña jeroma Batalla" y aquel ensayo del Pericón nacional saliendo del Peñarol de la vereda alta hacia los patios de las casas, ayer de tierra y arbolados. A la voz de "aura" y enlazando pañuelos blancos y celestes en los febreros del carnaval, al son de las guitarras ingresaban invitados a los hogares del buen vecino.No lo olvido a Don "tino" Albornoz; anfitrión por excelencia. Y allá quedaron "Doña Sunta" la curandera, Don David y sus frutales, y ya sobre el asfalto, el boliche de Don Nicasio; quién convocaba a la peonada del viejo corralón municipal de los carritos "tumberos" y las chatas Ford T.

Al llegar a la edad de la escuela secundaria, y por razonesobvias, me fuí alejando de aquél legendario,bravo y tradicional "barrio de las ranas.
Ya la guitarra y el canto eran "mis herramientas del alma",cuando en la plaza principal no resonaban las voces de aquella difusora popular, ni los instrumentos en las retretas sobre "la rotonda", con Don Blas, el gringo de la tuba,;"la que se enroscaba en su cuerpo pequeño".
Ayer, el entonces precóz, adolescente músico, ya se ganaba su "propina" en los escenarios del pueblo.

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