martes, 1 de febrero de 2011

Corazones en red » Los <b>jóvenes</b>, la <b>sexualidad</b> y la Iglesia

jovenesiglJóvenes, sexualidad e Iglesia, son tres realidades que no se llevan bien. Quiero decir que los jóvenes no aceptan los criterios, normas y mandatos de la Iglesia sobre el tema de la sexualidad. El 75%, según la encuesta de la Fundación Santa María, considera que la Iglesia tiene una postura anticuada sobre la vida sexual. Y creo que no les falta razón a los que así piensan.

Muchas veces me he preguntado el por qué de una postura tan cerrada de la Iglesia, en materia de sexualidad. Se me ocurre que una de las causas,  o “porqués”, descansa en que la iglesia ha sido tradicionalmente (y sigue siendo) regida y  orientada por hombres célibes.

Otra pregunta es, por qué ha dado, y sigue dando, tanta importancia a la sexualidad, a los pecados contra la castidad, que si pueden ser los más frecuentes, no son, de forma alguna, los más graves. ¿Dónde queda la Fe, la Esperanza, y, sobre todo, la Caridad?

Los jóvenes, que con frecuencia se pasan de liberales, pero que no arrastran los viejos complejos de las generaciones anteriores, y que, por otra parte, son más críticos y, tal vez, más clarividentes en algunos aspectos, no pueden entender ese estar a la defensiva con la sexualidad. Y naturalmente no están de acuerdo con la postura represiva de la Iglesia.

Excelentes y muy valorados moralistas, españoles y extranjeros, tampoco coinciden con los cerrados criterios de la Iglesia. Todo ello le debería llevar a reconsiderar su postura.

Es verdad que los jóvenes, para los que no existen límites en muchos casos, no son el último criterio de comportamiento, ni en ese ni en otros temas. No obstante, vale la pena escucharles y tratar de comprender la parte de acierto que puedan tener. Y que tienen. Dios también habla, con frecuencia, por los más jóvenes. Y hay que escuchar sus intuiciones.

La Juventud nunca ha sido cómoda ni fácil en las relaciones con el pensamiento adulto. Yo diría que gracias a Dios. Porque si no fuese así, dejarían de ser jóvenes, para convertirse en adultos inmaduros. El joven debe ser inmaduro, porque no puede menos de serlo. La fruta también tiene un proceso de maduración hasta llegar a su punto. No puede estar madura cuando apenas ha salido de la flor. Un joven, maduro como un adulto, sería un “monstruito”; y los monstruos están bien para los comics, o para asustar a los niños malos. Pero esos mismos jóvenes, cuya normal inexperiencia les distingue de los adultos, tienen una sensibilidad a flor de piel, tienen intuiciones valientes, y muchas veces muy acertadas. Por eso hay que escucharlos. La Iglesia debe prestarles oído con gran interés, máxime cuando los dirigentes eclesiásticos son en su inmensa mayoría, más que adultos, ancianos.

Un diálogo permanente y sincero, presidido por el amor y el respeto mutuo, entre generaciones, sería enriquecedor y muy provechoso para las dos partes. Y en el tema de la sexualidad, tal vez se tendrían que reconsiderar muchos de sus enfoques actuales.

                                                                                                           Félix González

Tags: Félix G.L., Iglesia, Jóvenes // 15 Comments »


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